Ustedes me lo van a permitir, pero cuando uno se encuentra con imágenes que reflejan tanto dolor y sufrimiento, al mismo tiempo que irradian belleza y hermosura como es el caso de Nuestra Señora de la Soledad, cualquier intento de describir con torpes e insuficientes palabras lo que se ve o lo que la imagen en sí transmite, queda fuera de lugar.
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