Reportaje. María Santísima en su Soledad en los Dolores Gloriosos.

El pasado 15 de septiembre, la Hermandad de la Soledad y su grupo joven celebraron en la Iglesia Parroquial de Santa María la Mayor la Función de los Dolores Gloriosos que dedican a la imagen de la Santísima Virgen de la Soledad. La Santa Misa fue oficiada por nuestro párroco D. Adolfo Pacheco.

Nuestra Señora, que durante esta festividad no preside el altar mayor sino que permanece en el suyo propio, fue ataviada para la ocasión por su "servidor" como él se autodenomina, D. Diego Colchero Barba, con la ayuda del joven Diego Campos, que poco a poco empieza a abrirse mundo en este arte de vestir imágenes marianas. 

La Virgen luce para la ocasión su saya más antigua, posiblemente del siglo XIX, cuyos bordados fueron pasados a nuevo terciopelo morado en el año 2000, enriqueciéndose el dibujo con nuevos bordados, así como la cintura de nueva ejecución a juego con el bordado de la saya. Por su parte, el manto que originariamente estaba bordado sobre terciopelo negro, fue pasado al mismo terciopelo morado de la saya, enriqueciéndose los bordados y añadiéndoles unas cartelas pintadas sobre el propio terciopelo donde se representan los misterios dolorosos y gloriosos, siendo ésta la particularidad de dicha prenda. 

Tanto los trabajos de restauración como el nuevo bordado enriquecido, así como las cartelas pintadas, son obras de nuestro artista local, D. Javier Anguas entre 1999 y 2000, concretamente la saya  fue pasada y enriquecida en la Escuela Taller de Bordado de Pilas, mientras que el manto fue obra concreta de Javier para la Hermandad.

La Virgen lucía su antigua corona de salida, hoy día en uso para camarín, de plata de ley bañada en oro, pañuelo, rosario y en el tocado de encajes, el escudo de la Hermandad y como estreno, un nuevo broche con su nombre en plata chapado en oro, obra del taller Artesanos Orfebres en Sevilla y donada por Diego Campos. Por su parte, el altar se completaba con el tradicional exorno a base de varas de nardos dispuestas en tres preciosos centros en jarras sobre el altar, iluminado por seis candeleros y cuatro guardabrisas. 

Texto y Fotografías. Víctor M. Mudarra Fuentes.