Llegó casi sin enterarnos, en esta mañana de marzo cuando el reloj ha cambiado su hora para adaptarse al horario de verano, da comienzo la Semana Santa; esa semana con la que los cofrades soñamos todo el año y que nos disponemos a vivir a partir de estos mismos momentos.
El pueblo engalanado para su semana grande, colgaduras y banderolas por doquier, labor del Ayuntamiento y de los vecinos de nuestra particular Carrera Oficial que dará cobijo a nuestras más bellas dolorosas, a cual mas guapa y a nuestros portentosos Cristos pileños, que entre aromas de incienso y el azahar de los cada vez menos narajanjos, que desgraciadamente van quedando por nuestras calles y plazas y que dan la venia a otras especies.
Nuestras queridas abuelas y madres afanan sus tareas domésticas, orean las casas, ultiman los brochazos de blanca cal para recibir como mejor sabemos a nuestras devociones más arraigadas y como no, el dulce olor de torrijas, pestiños y nuestras tortas de aceite al más puro estilo tradicional de cada familia.
Bendita esta locura la de la Semana Santa, la de una semana en la que hasta al menos crellente hace brotar algunas lagrimillas por sus mejillas al paso del Amor de Cristo en tarde del Domingo de Ramos, o ante la portentosa y sufrida mirada de ese hombre maniatado que sube a su trono para reinar en los corazones de los pileños, mientras su bendita madre de los Dolores, blanca azucena del Martes Santo, pregona la humildad y la sencillez de una Virgen niña que llora todo el llanto de nuestra Semana Santa.
De Cristo clavado en el símbolo del cristiano ante las mismas plantas de la Madre de Dios, de Belén y de todos los pileños, bajo cielo azul violeta en el anocher del Jueves Santo, entre aromas de Calabacitas endulzadas de Niño Dios vestido de blanca túnica y antifaz azul cielo pileño.
Reflexión ante el paso de la muerte más divina, de la Buena Muerte de hombre justo, esa muerte que nos ronda y que nos produce hasta escalofríos, de la verdad más verdadera de nuestra vida, como verdad es la emoción a flor de piel al pálpito de nuestros corazones ante la Madre más buena, la que a pesar de su Soledad más vacía, nunca la dejamos sola, nunca va sola, derrochando todo su empaque bajo majestuoso palio negro, negro de luto, negro de noche abrileña que hasta la luna envidia al reflejarse en su cara.
Domingo de júbilo, de siglos de historia, de la seña de identidad de Pilas, de palio granate de Patrona, de templete dorado de Jesús Niño soleano, de lluvia de flores y garrapiñas, de hornazos y huevo de pascua, de benditas carreritas mañaneras entre salva de cohetes, música que a tempranas horas despiertan, vítores, sevillanas y palmas; pujas, subastas de claveles, fuegos de artificios... SEMANA SANTA DE PILAS ... ni más ni menos, sólo para vivirla, disfrutarla y sentirla.
Desde "Pilas Cofrade" les deseamos a todas las Hermandades, cofrades y pileños en general que todo transcurra con normalidad, y que sepan disfrutar de los días más esperados del año.
¡FELIZ SEMANA SANTA Y FIESTA DE RESURRECCIÓN!
El pueblo engalanado para su semana grande, colgaduras y banderolas por doquier, labor del Ayuntamiento y de los vecinos de nuestra particular Carrera Oficial que dará cobijo a nuestras más bellas dolorosas, a cual mas guapa y a nuestros portentosos Cristos pileños, que entre aromas de incienso y el azahar de los cada vez menos narajanjos, que desgraciadamente van quedando por nuestras calles y plazas y que dan la venia a otras especies.
Nuestras queridas abuelas y madres afanan sus tareas domésticas, orean las casas, ultiman los brochazos de blanca cal para recibir como mejor sabemos a nuestras devociones más arraigadas y como no, el dulce olor de torrijas, pestiños y nuestras tortas de aceite al más puro estilo tradicional de cada familia.
Bendita esta locura la de la Semana Santa, la de una semana en la que hasta al menos crellente hace brotar algunas lagrimillas por sus mejillas al paso del Amor de Cristo en tarde del Domingo de Ramos, o ante la portentosa y sufrida mirada de ese hombre maniatado que sube a su trono para reinar en los corazones de los pileños, mientras su bendita madre de los Dolores, blanca azucena del Martes Santo, pregona la humildad y la sencillez de una Virgen niña que llora todo el llanto de nuestra Semana Santa.
De Cristo clavado en el símbolo del cristiano ante las mismas plantas de la Madre de Dios, de Belén y de todos los pileños, bajo cielo azul violeta en el anocher del Jueves Santo, entre aromas de Calabacitas endulzadas de Niño Dios vestido de blanca túnica y antifaz azul cielo pileño.
Reflexión ante el paso de la muerte más divina, de la Buena Muerte de hombre justo, esa muerte que nos ronda y que nos produce hasta escalofríos, de la verdad más verdadera de nuestra vida, como verdad es la emoción a flor de piel al pálpito de nuestros corazones ante la Madre más buena, la que a pesar de su Soledad más vacía, nunca la dejamos sola, nunca va sola, derrochando todo su empaque bajo majestuoso palio negro, negro de luto, negro de noche abrileña que hasta la luna envidia al reflejarse en su cara.
Domingo de júbilo, de siglos de historia, de la seña de identidad de Pilas, de palio granate de Patrona, de templete dorado de Jesús Niño soleano, de lluvia de flores y garrapiñas, de hornazos y huevo de pascua, de benditas carreritas mañaneras entre salva de cohetes, música que a tempranas horas despiertan, vítores, sevillanas y palmas; pujas, subastas de claveles, fuegos de artificios... SEMANA SANTA DE PILAS ... ni más ni menos, sólo para vivirla, disfrutarla y sentirla.
Desde "Pilas Cofrade" les deseamos a todas las Hermandades, cofrades y pileños en general que todo transcurra con normalidad, y que sepan disfrutar de los días más esperados del año.
¡FELIZ SEMANA SANTA Y FIESTA DE RESURRECCIÓN!
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