La imagen de la Santísima Virgen, ataviada con gran exquisitez según la usanza de principios de siglo XX, presidía este altar situada ante el techo del precioso palio anteriormente mencionado y hoy día en desuso.
La Señora volvió a lucir tras varios años sin hacerlo la primitiva saya del Domingo de Resurrección, realizada en brocado del siglo XVIII con encajes en oro y una preciosa y antigua cinturilla. Vistió el manto de Resurrección bordado en oro sobre terciopelo granate en 1900 aunque aparecía colocado a la altura de los hombros como antiguamente y no sobre la cabeza. La toca de sobremanto realizada y donada por Manuela Rodríguez Medina en tul bordada en oro con remate de encajes crudos. Gran profusión de joyas, así como la corona de oro de la Coronación Canónica, obra de Antonio Santos, el cetro, la media luna y la ráfaga de platos completaban el atuendo de la Señora.
Pedro Luis Bazán se encargó una vez más de manera magistral de esta hermosa labor de ataviar a la Señora, regalándonos la recuperación de este clásico atavío que no veíamos desde hace años.
En las siguientes fotografías podrán contemplar con detalle lo descrito anteriormente
Texto. Víctor M. Mudarra Fuentes.
Fotografías. Juan Valladares Bernal.



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